Tengo miedo de haberme comido el cisne asado de los Carmina Burana durante el almuerzo, por accidente.
Quizás, en venganza, de madrugada, el cisne comience a crecerme bajo la piel, a enseñorearse de mi interior, a rehacerse de mis células y mis sentimientos.
Pronto estallarán mis formas y mis ideas, y seré toda plumas, toda deslizarme como un crucero de gracias sobre las aguas de la vida.
Y entonces ya no seré yo, sino el triunfo del cisne.
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