11 sept 2010

Tríptico de Crespo



Callar


Nunca supe cómo se llamaba
ni cómo fue
Eligió un árbol cualquiera
Lo escuché entonar su balada oscura
su despecho negro
En eso estuvo todo el santo día
Al atardecer abandonó la rama
Entonces lo inmenso quedó enlutado
y aquí en el cuerpo


Santa Clara

A la Cusi

Lo que yo quiero es que eso que canta
prenda un brillo en vez de ser
que sea en verdad pájaro
es decir
que esté pero sin él
sin nacer todavía

que se oculte
cuando su nombre lo acose

y que no necesite de alas
sino de su sombra
para no caerse


Esa vez

En su diaria devoción por los senderos
se distraía disparándole a lo viviente
con el dedo índice.
Las perdices corrían locas,
contentas de saberse a salvo.
Una de ellas se detuvo frente al arma
imaginaria. Temblaba de temor,
incapaz de salvarse de su parecido con la pequeñez del alma
sobre lo mínimo inmenso terrestre.



En: La íntima desmesura, de Luis Alberto Crespo (2003)

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