
Un pichón de paloma, parduzco, esmirriado, tan quieto por unos segundos sobre la reja azul que parece de mentira. Al sentir el contacto de mi mano en la ventana panorámica, o quizás, abrumado por mi presencia, mi desproporción con respecto a su vida, levanta el vuelo y me deja atónita.
Maya Deren, las danzas de Haití, el vidrio que deja ver pero no deja pasar... Este enero, todas las mañanas son frías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario