9 may 2010

Leído uno de esos domingos terribles

“Pese al críquet y los libros, pese a los pájaros siempre contentos saludando al alba con sus gorjeos desde el manzano de debajo de su ventana, los fines de semana se le hacen muy duros, en particular los domingos. Teme despertarse los domingos por la mañana. Hay algunos rituales que ayudan a pasar el domingo, principalmente salir a comprar el periódico, leerlo en el sofá y recortar los entretenimientos de ajedrez. Pero el periódico no dura mucho más de las once de la mañana; y, de todos modos, leer los suplementos dominicales es un modo demasiado evidente de matar el tiempo”.

En: Juventud, de J. M. Coetzee (2002)

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