11 dic 2011

Almanaque


Tengo una tía "regalona". De esas que quizás no te regalan nada en tu cumpleaños, en Navidad o en Día de Reyes, pero cada vez que te ven te endosan alguna cosa como muestra de cariño. Es algo muy propio de nuestra familia, que se hace carne con especial magnanimidad en ella. Tan linda la tía. Uno de sus obsequios sencillos pero simbólicos, que nunca falla, es un calendario chino desplegable de pared, de esos que imitan a las esterillas pintadas. El calendario de su abasto de confianza. Me encanta porque es un objeto decorativo (y funcional, claro está) supervintage. Suelo colgarlos en mi cuarto cerca de la puerta.

Ignoro si este año la tía continuará con esa tradición; en cualquier caso, ya yo conseguí mi calendario chino del 2012. La cosa fue así: sábado soleado; parada estratégica en unos chinos de El Bosque, a fin de comprar comida para una reunión sobre un proyecto paralelo a mis ocupaciones actuales; nos entregan una caja alargada mientras esperamos que nos despachen las viandas; tataaán, un hermosísimo almanaque de pájaros... uno solo; empieza la discusión amistosa, la lluvia de argumentos por la que he de adjudicármelo; el esencial, que tengo un blog sobre pájaros, que soy una "frita" de los pájaros, y qué sé yo. Hay consenso al respecto, me alzo con el almanaque y soy feliz. El colorido me embriaga de alegría kitsch. El augurio de una tarde que, al final, resulta sumamente productiva.

No hay comentarios: