18 jun 2010

Una columna de gaviotas



















A Carlos Paredes,
fraternalmente

Como un gran pájaro para iniciar el canto
el viento deja hilvanar sobre los días
pequeños trozos de carbón encendido.
Como anunciando desde lejos
el retorno anhelado
las lluvias se columpian
y siete lámparas ilustres
se abren en semicírculo
sobre los cielos
indicando hacia el Este
una columna de gaviotas
que hacia el crepúsculo
se acercan al caminante
que aguarda sobre los muelles,
que visita las agencias de viaje
los prostíbulos y los parques
como buscando algo perdido.
Y algo le dice que no hay tristeza todavía
que sobre el vino danzan ángeles
más afables que el amanecer
y más eternos que su rostro.
Cavo lentas señales,
recojo estas monedas.
Ruedan crueles los días.
Toco y nadie responde.
No hubo el grito que siempre acompaña
la tristeza de las bestias errantes.

París, 1959


“Testimonio del viento”, en: Vino para el festín, de Atilio Storey Richardson (1988)

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