1 sept 2011

Agentes del viento


Los pájaros aquí no son costumbre.
Traen, con todo, el amanecer.
Anuncian lluvia replegando las alas
y dicen la última balada para que los andantes
sufran un poco de belleza silvestre
antes de morir.
Son agentes del viento, los descarados.
En levedad
no les ganan ni las mejillas
ni la sonrisa de las muchachas.
Van en desorden rápido con vestigios de fiesta
del paraíso, pero no añoran lo perdido
tocados como están de una sed incesante.
Bajo el cielo cerrado
visitan los balcones, y en plena calle
llevan retozos cantarinos a la cabeza meditabunda
y verde de los árboles.
Cuando despiertan (si despiertan) los pechos humanos,
discurren alto con su cadencia de aire
y se mojan las plumas
y en amistad de sol aguardan la noche
sin inquietud, como criaturas
que reciben y dan regalos naturales.
Se puede, lo sabemos, apresar pájaros
porque no son costumbre. De algún modo
queremos cautivos por compañía
en esta casa de locos con vistas al horizonte
del mundo, la gran jaula.


"Pájaros", en: Descampado, de Eleazar León (Monte Ávila, 1999)

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